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2 POEMAS

por Nicolás Prividera

Fatherland

La tierra es de quienes descansan
en ella. Los dueños
de la tierra. Y la Recoleta (por donde
camino de tarde en tarde, buscando la paz
de los cementerios) es
la pequeña patria
dentro de la Patria. Ahí está el linaje
de los vencedores. Tener
sus nombres (que la ciudad repite
en su calles) en el mármol
no alcanza: por eso
los panteones, las estatuas, los honores. Tan
dueños del espacio como del tiempo.
Ubicuos y eternos. Los otros
(los desclasados, los vencidos, los olvidados)
se han ido, se irán, por el río. Innominados,
sin otra tumba que ese laberinto
de agua (“estas, que son perlas, fueron
sus ojos”), devueltos
a la nada de la que nunca deberían... ¿Quién
los recordará cuando también nosotros
nos hayamos convertido en agua,
aire, tierra, fuego?



Caja negra

la historia yace en la Historia,
un mausoleo de hombres empañados:

un accidente al costado de la ruta,
una línea tensa de bayonetas señalando el lugar:

sólo basta esperar para que la lluvia recomience,
no hay calma que dure cien años, ni soledad:

sólo nombres borrados y bóvedas insuficientes,
la historia es una fosa común, una corriente subterránea:

la invasión de los otros pisando nuestras huellas,
borrando caras, exhumando cajas, llenando:

un mapa, una batalla después de un paisaje, una foto,
cualquier cosa que se pueda cargar sin pena ni gloria:

complete la línea, tire la ventanilla al bajar, escupa su cabeza,
c a d a   s e g u n d o  e s  u n a  c o n d e n a, y la hora no llega:

a quien se queda al borde del camino viéndonos pasar,
le haremos una oferta que no podrá rechazar, la Historia:

Dios no ha muerto, agoniza
en la eternidad y sólo

nos queda
velarlo.


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