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RESTOS DE FUTURO

por Mariano Schuster

I

Los vírgenes y los jugadores de reserva lo tienen claro: las expectativas populares son escasas a la hora del debut. Deberían aprenderlo los poetas. Aunque la poesía no se prodigue, justamente, por lo popular.
Cuando Nicolás Prividera sale a la cancha, nadie lo viva ni lo aplaude. Y no por escasez de condiciones. Porque, al enemigo, se lo silencia.

II

Restos de restos, su libro de poemas editado recientemente por la Colección Los Detectives Salvajes no aparece en los diarios ni en las revistas literarias. No lo mencionan los programadores culturales ni los críticos en la materia. Debe tratarse de un buen producto.

III

Por lo pronto, el libro, contiene poesía. Esto es, admitámoslo, una novedad en los poemarios de la Argentina contemporánea. Pero más lo es el hecho de que un poeta manifieste su pensamiento con claridad y certeza.
 “La poesía siempre estará /con los vencidos. /No se puede hacer (buena) poesía oficial. / Solo se puede ser (buen) comisario político.  // La poesía será revolucionaria / o no será (más que un burocrático / puesto de policía o /tiro de gracia).”
Dos bofetadas dos: Una al mentado regreso de la literatura de pretendido compromiso socio-político realizada, paradójicamente, al abrigo del Estado; otro al corte y confección de versos de los chicos cool y las chicas pop de la generación del noventa.
El poema se titula – y no por casualidad – Mayakovsky.  Frente a los poetas oficiales, Prividera propone a un revolucionario crítico. Frente a los oficiales de la poesía – como pura forma – propone la reintroducción de la reflexión histórica desde el campo de los vencidos.

IV

Restos de Restos es, a la vez, novedad y rescate. Novedad que se ancla en su lenguaje visual, manifiestamente cinematográfico. Es que Prividera no le escapa a su pasión: la cámara que,  convertida en tinta, promueve un idioma de imágenes superpuestas que crean una realidad que es tanto más es real por el ojo de quien la mira, y por la mira desde la que el ojo, finalmente, dispara.
No me refiero aquí a contenidos que, en lo estrictamente cinematográfico, los hay – y tienen sus mejores expresiones en Fassbinder y Cosmos 90 – sino a la función y la forma del buscador que, a través del lenguaje del Lumiere, emprende un recorrido que conecta la historia de la memoria personal con la colectiva.
Creo, en tal caso, que ese espíritu es visible en el primer apartado del libro y en los textos de poesía en prosa, a través de los cuales Prividera trabaja el encuentro político-emocional contradictorio con el recuerdo de su madre - desaparecida durante la última dictadura militar-.

V

Novedad y Rescate. Porque lo verdaderamente novedoso es, al menos hoy, la práctica de la recuperación. La verdadera vanguardia no es aquella que destruye y desprecia a sus predecesores, sino la que a través de ellos desanda el camino para volverse vanguardia clásica.
La recuperación, al unísono, de Brecht, de Ginsberg y de Vallejo marca ese espíritu. Un espíritu que presupone, al menos, cierta atención.

IV

Adiós final  al minimalismo y a las pequeñas historias. Hora, ésta, de volver al gran relato.  Momento de reencontrarse, en un libro de poemas, con la JP, con Marx, y hasta con Lenin. ¿Quién se animaba a estos nombres – que llegaban incluso a provocar risa- hace cinco o diez años?
Había, quizás, que esperar a Prividera. Hacía falta su Manual de Conducción Poética. Precisábamos esta revalorización y este aire fresco, que sopla desde la Escuela de Frankfurt y desde un marxismo tan crítico como heterodoxo. Restos de restos es una doble apuesta: estética e ideológica.

V

Solo un poema
“En el párrafo final de El Estado y la revolución, Lenin se disculpa: tiene que abandonar la escritura sobre la revolución porque debe ir a hacerla. Así, la inconclusión del texto es la promesa realizada de la vanguardia.
Nosotros – si hay un nosotros, después de todo- somos la retaguardia de esa vanguardia irredenta, convertida sesenta años después en patrulla perdida: detenidos frente a las ruinas de la Historia, tratamos de escribir sobre ellas. Sin (dis)culpas.”
Nada que decir ni que añadir.

V

La poesía no se divide, como bien decía Kerouac, en generaciones etáreas. Pero hay, y esto es indudable, generaciones estético-políticas. Prividera pertenece a una: a la Generación  Guillotina, nacida de la Antología Si Hamlet duda le daremos muerte.
Esa generación de Robespierres y Saint Justs tiene en Prividera a su exponente más sincero. Es, hasta ahora, el más coherente con el espíritu crítico que la antología pretendió engendrar.

VI

Señor, Señora: No lo abrumo más. A los libros, no hay que comentarlos, hay que leerlos. Permitida está la duda. Al fin y al cabo, el ya citado Lenin, se preguntaba Qué Hacer. Yo se lo respondo. Ir a la librería amiga. Pedir Restos de Restos. ¿No lo encuentra?
¿Por algo será?


Restos de Restos ha sido editado por la Editorial Libros de la Talita Dorada en su colección Los Detectives Salvajes, dirigida por Julián Axat. 
Nicolás Prividera nació en 1970. Es poeta y director de cine. En su labor cinematográfica se ha destacado con dos documentales: M (2007) y Tierra de los padres (2012). 

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